
Mi vida se hizo frágil
al saberse mortal.
Aquel ritmo frenético
de los instantes y su efervescencia
comenzó a ser corrosivo
y me partió en dos.
Quedaba yo a un lado
pero, tambien al oto.
Una mitad de mí miraba absorta,
la otra trataba de dormir
y estaba triste
porque el corazón
se había quedado inmovil.
Mi vida se hizo frágil
y mi corazón dejó de latir,
pero cuando quisieron juntar
todo mi cuerpo,
y enterrar mis dos mitades
esa parte de mi corazón ya estaba lejos,
había puesto un reloj
en el espacio fingido de la vida,
y no estaba dispuesta
a morir si más
cosida al desaliento
de la mitad suicida de mi cuerpo.
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